Si hace unos años le hubiésemos preguntado por el túnel de San Silvestre seguramente sólo sabría decirnos que tiene el nombre de una localidad del Ándévalo onubense: San Silvestre de Guzmán. Afortunadamente, en poco más de tres años, el túnel ha pasado de ser una infraestructura desconocida a reivindicarse como la más importante de todas las que necesita la provincia de Huelva para seguir siendo, al menos, lo que es hoy y seguir floreciendo.

Este camino se viene andando desde poco antes del mes de febrero de 2019, cuando agentes sociales, económicos, educativos… se dan cita en la Universidad de Huelva (UHU) para reivindicar el papel de esta infraestructura y la necesidad de que se acometiera un desdoble debido a su situación de agonía. Desde entonces, se han ido sumando otras, y hoy son más de 30 las que forman parte de la Plataforma por el Túnel de San Silvestre.

Por el túnel de San Silvestre, ubicado en San Silvestre de Guzmán, pasa el 85 % del agua que utiliza la provincia de Huelva en 350.000 hogares, la industria, el turismo, la agricultura… “lo que nos da una pista de su importancia. Sin agua, no hay nada”, explican desde la plataforma. Además, en febrero ha cumplido 51 años, “por lo que ya ha cumplido, con creces, su vida útil”.

¿Por qué existe un túnel del que depende todo?

En el momento de su construcción (en 1971) se ideó para que fuese posible la circulación del agua de norte a sur de la provincia, entre los embalses del Chanza y Piedras. Hasta que llega a la localización de esta infraestructura esencial (entre el Chanza y el Piedras), el agua circulaba por gravedad, pero, llegado este punto, hubo que sortear una montaña. ¿Y cómo se podría hacer? Con una tubería interior para que el agua siguiera cayendo por gravedad y no hubiera que impulsarla mediante bombeos. Así nació el túnel de San Silvestre.

Es una tubería de apenas 8 kilómetros y 2 metros de diámetro por la que pasa agua durante 24 horas al día, los 365 días del año.